Qué ver en Suiza, 6 días en el paraíso.

¿Os gustaría descubrir un lugar donde los Alpes tocan el cielo?, ¿Un paraíso de quesos fundidos e increíbles paisajes, donde el chocolate derrite los corazones?, pues entonces os encontráis en el lugar adecuado, en esta entrada de Qué ver en Suiza, 6 días en el paraíso os contaremos nuestra experiencia en este maravilloso país.

Ubicada en el corazón de Europa, Suiza es conocida por su belleza natural y paisajes impresionantes, desde majestuosas montañas cubiertas de nieve hasta lagos cristalinos y ciudades medievales encantadoras, este país ofrece algo para todos los gustos.

Un último apunte, para quien no lo sepa Suiza, tiene moneda propia el franco suizo, pero comparte espacio Schengen gracias a lo cual no es necesario el pasaporte para viajar hasta allí. Si os ha entrado curiosidad y realmente queréis viajar hasta este auténtico paraíso, en las entradas del Que ver en el Oberland Bernés, corazón de los Alpes o 2 días en el Valle de Lauterbrunnen la inspiración de Tolkien, que podéis leer en este blog encontrareis información de cómo llegar y dónde alojarse.

Al lio.

Friburgo, Gruyères y Maison Cailler.

Friburgo situada en lo más alto de un promontorio , pequeña ciudad medieval que se encuentra en un enclave precioso de medía montaña, abrazada por el serpenteante río Sarine y rodeada de frondosos bosques fue nuestra primera parada. El casco antiguo está lleno de bonitas y cuidadas calles adoquinadas, y edificios históricos. Uno de los más destacados es la Catedral de San Nicolás, obra maestra del gótico con un impresionante rosetón, su famosa torre campanario de más de 70 metros de altura se puede ver desde casi cualquier punto de la ciudad.

Pero eso no es todo, si bajáis hasta el Pont de Saint Jean, disfrutaréis de unas vistas espectaculares. Otro lugar que visitar es el coqueto Puente Berna, bonito puente de madera del siglo XVII, similar al que se encuentra en Lucerna, aunque más pequeño. Nosotros pasamos toda la mañana deambulando por Friburgo y decidimos comer en esta ciudad antes de echar a andar hacia Gruyères, pueblo cercano al que si viajas en coche no tardarás más de media hora en llegar.

El día nos deparaba más sorpresas, Gruyères nos encantó, el pueblo se encuentra situado en una colina con unas vistas impresionantes, al pie de esta colina hay un aparcamiento donde dejar el coche o caravana y después de una pequeña caminata con una ligera pendiente accedes directamente a la calle principal. En esta bonita calle empedrada encontrarás terrazas de restaurantes y tiendas donde comprar los famosos quesos y productos de la zona, además de cómo no souvenirs. Al final de la misma, en un extremo del pequeño pueblo está el Castillo.

Por si alguno no lo sabe, nosotros no lo conocíamos, este pueblo guarda una curiosa sorpresa, hay un museo dedicado al padre de Alíen y justo enfrente un bar con una decoración sorprendente ambientada en la película y con el nombre de su creador HR Giger, es super original. Nosotros entramos solo para tomar un refresco y poder verlo, queríamos ir a un último lugar antes de marcharnos al hotel.

El colofón fue la fábrica de chocolate Maison Cailler, estando tan cerca no lo pensamos y creíamos que era buena idea visitar este lugar y mereció la pena. Una visita virtual con audioguía a través de la historia del chocolate desde sus orígenes, en la que además te cuentan la historia de la compañía. Terminando la visita te dan a probar un montón de bombones y tipos de chocolate y al final de la misma una tienda donde comprar. Sí como Carmen y Alba sois amantes del chocolate os costará decidiros que comprar, nosotros salimos cargados.

Berna y Cuevas de San Beato

El segundo día lo comenzamos temprano en Berna, la capital de Suiza y una de sus ciudades más importantes y bonitas. Se encuentra a orillas del río Aar y es conocida por su arquitectura medieval bien conservada, desde la Münsterplattform, una plaza junto a la Catedral donde los lugareños descansas y se relajan, hay unas vistas espectaculares del río Aar y del resto de la ciudad, a nosotros nos pareció una ciudad amable donde vivir, con bonitos parques y sin prisas.

El casco antiguo de Berna es Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, está lleno de calles adoquinadas, edificios históricos y plazas encantadoras. La torre del reloj medieval con figuras animadas, es un símbolo de la ciudad además de las famosas fuentes que te encontrarás por una u otra calle.

Si tenéis tiempo podéis visitar el Bärengarten (Jardín de los Osos) un parque situado junto al río Aar y en el que aún se pueden ver estos magníficos animales emblema de la ciudad de Berna.

Al final del día nos llovió y nos pusimos como sopas, pero la visita a las Cuevas de San Beato no nos la podíamos perder, son uno de los lugares más bonitos que hayamos visto nunca. Aunque no pudimos visitar el interior porque ya había terminado el horario de visitas todo el exterior es maravilloso, con unas cascadas que surgen de la roca bajo las construcciones que albergan la entrada a la cueva y un paseo por el bosque hasta llegar a ese lugar que realmente vale la pena, si tenéis opción no dudéis en visitarlo, aunque en temporada alta tendréis que ir temprano pues se ha convertido en una de las vistas más famosas de esta zona de Suiza.  A nosotros el interior nos queda pendiente para un próximo viaje.

Lucerna, Brienz y Blausee.

Toca madrugar, teníamos el hotel cerca de Saanen y hasta Lucerna situada a orillas del lago de los Cuatro Cantones, teníamos alrededor de dos horitas de coche, pero cuando decidimos viajar a Suiza esta era otra ciudad que queríamos conocer.

El viajecito mereció la pena, aparcamos en un parking justo debajo de la estación central, super céntrico y además ya cuando sales te deleitas con el Kapellbrücke o puente de la capilla, el puente de madera más antiguo de Europa y el segundo más largo que conecta la ciudad antigua con la nueva de Lucerna, sus pinturas en el interior narran la historia de la ciudad. Ya solo por estas vistas y pasear por el bonito puente merece la pena llegar hasta aquí.

Echamos la mañana paseando por el casco antiguo y perdiéndonos como a nosotros nos gusta por sus cuidadas calles empedradas llenas de bonitos edificios antiguos y como no hacer algunas compras. Además del puente de la capilla, visitamos otro puente no tan famoso, pero igual de bonito el Rathaussteg o Puente de los Molinos. Al igual que el anterior está decorado con paneles, estos conocidos como «Danza macabra» o «Danza de la Muerte». Aún nos dio tiempo a una última visita antes de comer, la Muralla de Musegg, la muralla en parte transitable está flanqueada por nueve imponentes torres y algunas están abiertas al público, las vistas de Lucerna desde aquí son realmente espectaculares.

De vuelta al hotel hicimos parada en un pequeño pueblo que teníamos muchas ganas de conocer Brienz. Este pueblo es encantador, se encuentra a orillas del lago de Brienz y no nos queríamos perder la que para algunos es la calle más bonita de Suiza, Brunngasse. A nosotros nos gustó muchísimo, es una joya que refleja la autenticidad y el encanto de la vida en un pueblo alpino, bordeada por casas de madera tradicionales  la mayoría de ellas con más de dos siglos de vida y repletas de bonitas flores. Además, todo el pueblo está salpicado por grandes figuras talladas en madera, la mayoría de ellas se pueden ver en un bonito paseo a orillas del lago, y como no en el Museo Suizo de Tallado de Madera que se encuentra aquí en Brienz. Sobra decir que Brienz se ha convertido en otro de nuestros pueblos favoritos.

El día aún no había terminado, nos quedaba una última parada, un lugar que veíamos una y mil veces en Instagram y no nos queríamos perder, no es otro sitio que el Blausee. Llegamos tarde, pero aquí había unas máquinas expendedoras para sacar las entradas, si aquí también hay que pagar para entrar, y aunque dicen que está muy masificado y ha perdido su encanto, nosotros tuvimos suerte, estábamos casi solos, quizás porque cuando viajamos a Suiza aún persistía la pandemia o solo fue porque llegamos a ultimísima hora.

La cosa es que pudimos recorrer este peculiar y encantador paraje tranquilamente y hacer muchas fotos, ver este lugar era otro de los motivos por los que viajamos a Suiza y a pesar de las expectativas no nos defraudo, el sitio es espectacular y algo que no hay que perderse.

Valle de Lauterbrunnen y Gstaad

El Valle de Lauterbrunnen fue el principal motivo por el que decidimos visitar Suiza, paredes de roca que se alzan verticalmente hacia el cielo, como si fueran gigantes de piedra, cascadas de ensueño que caen desde las alturas y bosques y prados verdes que se extienden a lo largo de todo el valle. Es el verdadero paraíso en la Tierra, tan bonito que hasta el mismísimo Tolkien se inspiró en él para recrear el mundo mágico de Rivendel, hogar de los Elfos, un rincón mágico que te sumerge en un mundo de maravillas naturales, un lugar donde disfrutar de maravillosas experiencias como las que nosotros vivimos y que podéis descubrir en el post de Valle de Lauterbrunnen, la inspiración de Tolkien, en el encontrareis un relato de los dos maravillosos días que pasamos en este lugar y que para no alargarme mucho más os animo a leer.

Al final del segundo día, ya de regreso al hotel decidimos acercarnos al encantador y exclusivo destino turístico de Gstaad. Estando tan cerca decidimos darnos un paseo y descubrir este bonito pueblo alpino conocido por su exclusivo ambiente y como un refugio para celebridades y amantes de los deportes de invierno. Gstaad se encuentra en un entorno natural impresionante que ha sabido mantener un ambiente acogedor y tradicional. Los chalets suizos de madera y las casas de campo pintorescas le dan al lugar un encanto alpino auténtico.

Saanen y Castillo de Chillón.

Muy a nuestro pesar llegó el último día de viaje por este maravilloso país y no nos queríamos ir sin descubrir Saanen, lugar donde se encontraba el hotel donde nos hospedamos, de vuelta a la carretera haríamos parada en el Castillo de Chillón. La localidad de Saanen realmente es muy parecida a Gstaad y a otros tantos pueblos y lugares del Oberland Bernés, rodeada de un entorno natural espectacular y los clásicos chalets de madera suizos en calles adoquinadas muy limpias y cuidadas.

Castillo milenario junto al Lago Leman

De camino aún nos quedaba una última visita, el Castillo de Chillón. Su imponente silueta junto a las cristalinas aguas del Lago Leman es una de sus principales características, aunque recomendamos la visita, el castillo está muy bien conservado y se pueden visitar todas sus salas y recónditos lugares. Hay audioguía en castellano y siguiendo el recorrido descubriremos la historia de este auténtico castillo con más de mil años de vida.

Y hasta aquí nuestro maravilloso viaje por este fantástico país, si estáis pensando si elegir Suiza como destino ni lo dudéis, os aseguro que no os vais a arrepentir, nosotros repetiremos.

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