De nuevo a la carretera, de nuevo el rodar de nuestro coche nos llevó a una nueva aventura, así es como a nosotros nos gusta afrontar nuestros viajes, haciendo del viaje toda una aventura, y tras más de 1200 kilómetros desde el sur de España nos plantamos en Aveyron, Occitania.
Siendo sincero tengo que decir que está no era nuestra primera opción, pero realmente no teníamos muchos días y queríamos ir a algún sitio “cercano”, y gracias a que elegimos esta región del vecino país francés, y allá que nos lanzamos, ¡menudo descubrimiento!.
Qué ver en 5 días en Occitania
Al lío.
Un poco de culturilla general.
Para quien no lo sepa, Occitania se encuentra en el suroeste de Francia, fue creada en 2016 y engloba el Languedoc-Rosellón y la antigua región Midi-Pyrénées. La fusión de estos territorios ha dado lugar a la segunda región más importante y grande del país. Con una increíble naturaleza la convierten en un destino ideal para el turismo. Además, ofrece hermosos paisajes llenos de contrastes, el encanto de sus bonitos y encantadores pueblos, magníficas ciudades y poblaciones medievales como Carcasona o Albi y una rica gastronomía.
Cómo llegar.
Occitania se encuentra muy cerca de España, para los que viven en el norte en unas pocas horas llegarán a esta región tan apasionante. Pero para los que vivan más lejos como nosotros la mejor opción es volar hasta Toulouse, la capital de la región. Hay vuelos desde Madrid, Valencia, Alicante o Málaga por mencionar solo algunos de los principales aeropuertos de España y además en Skyscanner si los cogéis con uno o dos meses de antelación conseguiréis vuelos de ida y vuelta a muy buen precio.
Dónde alojarse.
En la región hay multitud de opciones de alojamiento, muchas de las personas que la visitan lo hacen en autocaravanas o furgonetas camperizadas. Nosotros decidimos hacer base en Aveyron, muy cerca de Najac y a un paso de Cordes, en un bonito y encantador hotel llamado La Maison d’Emile, una preciosa y antigua masía con más de 200 años de historia, con unas vistas increíbles y un ambiente totalmente bucólico.
No podemos estar más agradecidos a Jean-Paul y Marie, su hospitalidad nos ha hecho sentir como en casa, todo era genial, los desayunos con productos locales que nos preparaban todas las mañanas eran deliciosos, ninguna mañana faltaba en la mesa café recién hecho, zumo de un productor local realmente delicioso, croissants y rico pan francés calentito, además de mermeladas, frutas o dulces típicos y yogurt elaborados por Marie.
La estancia en este bonito hotel es algo que recordaremos siempre.
Nuestro viaje
Día 1, Carcassonne.
Teníamos muchas ganas de conocer esta ciudad, así que salimos pronto para poder aprovechar el día. A pesar de que las ganas de visitar Carcassonne eran muchas y las expectativas muy altas no nos defraudó. No sé cuántas veces he visto las fotos de la silueta de esta ciudad amurallada, nos encantó pasear por sus bonitas calles empedradas y visitar su castillo que te transportan a otra época. Para quien no lo conozca, a nosotros nos sorprendió, el cementerio situado a los pies de la muralla es realmente increíble.
Pero no me voy a enrollar mucho aquí con las vivencias de este bonito día en Carcassonne, en la entrada Qué ver en 1 día en Carcassonne descubrirás los mejores lugares que visitar en está fantástica ciudad.
Día 2, Cahors, Saint-Cirq-Lapopie y Najac.
Vaya por delante que aunque pueda parecer mucho para nada tienes que ir a la carrera, solo tienes que establecer preferencias y organizar el día bien. Nosotros empezamos en Cahors, era miércoles día de mercado y queríamos visitar alguno de los famosos mercados de la región y un lugar realmente bonito que hay en Cahors que no es otro que el Puente de Valèntre. Aparcamos a medio camino entre el centro histórico donde ponen el mercado y el Puente de Valèntre, al que llegamos dando un paseo por una senda que transcurre junto al río.
El puente es realmente bonito, un puente fortificado de piedra con siete siglos de historia y más de 170 metros de largo. Tiene tres torres de defensa, una a cada lado del puente y otra en medio, merece la pena venir hasta Cahors solo para ver esta obra y disfrutar de las vistas del puente y del río Lot.
De aquí a Saint-Cirq-Lapopie, poco más de media hora por una carretera que serpentea siguiendo el curso del río. El pueblo en su mayoría es peatonal, pero aquí como en la mayoría de pueblos que se pueden visitar hay algún parking habilitado nada más llegar al pueblo.
Echamos casi toda la tarde en este bonito pueblo, deambulando de aquí para allá y perdiéndonos por el entramado de bonitas y estrechas calles de Saint-Cirq-Lapopie. Todas las calles están empedradas y repletas de cuidadas viviendas algunas del siglo XII al XV que te transportan a otra época. Además está salpicado de galerías de arte y tiendas chic. En el post Saint-Cirq-Lapopie, uno de los pueblos más bonitos de Francia, descubrirás más de este bonito pueblo.
Aún teníamos tiempo para una tercera visita, Jean-Paul nos dijo que el primer miércoles de julio hacían un mercado nocturno en Najac, y como tan solo está a diez minutos del hotel allá que nos lanzamos. Llegamos a última hora de la tarde, el pueblo son realmente dos calles, pero la más importante es una larga y empinada calle en la que se encuentra una plaza rectangular junto a la que puedes aparcar y en el otro extremo el castillo de Najac. La estampa es muy bonita, la calle empedrada totalmente cuesta abajo, y al final de la misma en una colina el castillo.
En el mercado podías encontrar casi de todo, productos como libros y vinilos de segunda mano, ropa, frutas y verduras de productores locales y comida, había varios puestos de comida donde te preparan de todo, pollo, pavo, pato, cerdo, verduras, postres y luego una gran mesa a los largo de toda la plaza donde sentarse a comer. La verdad es que pasamos un día maravilloso.
Día 3, Albi y Cordes-sur-Ciel.
Menos de una hora tardamos en llegar hasta la ciudad de Albi, que junto a Carcassonne son las ciudades «más grandes» que hemos visitado en nuestros días en Occitania. Esta ciudad tiene mucho que ofrecer, su impresionante catedral de ladrillo rojo, la Sainte-Cécile te sorprenderá, es realmente bonita y junto a ella otra visita interesante es el museo del célebre pintor Henri de Toulouse-Lautrec, nativo de la ciudad. Sus puentes sobre el río Tarn ofrecen unas vistas increíbles del casco histórico, lastima que el no pudimos admirar el puente viejo porque se encontraba en obras y repleto de andamios.
Pero lo que realmente recomendamos es perderse por el entramado de calles adoquinadas llenas de encanto y color que conforman el casco histórico. Las casas medievales de ladrillo rojo y entramado de madera te transportan a otra época, mientras que los pequeños comercios y cafés ofrecen un respiro perfecto para disfrutar de la deliciosa gastronomía local, como el cassoulet, el magret de pato o el foie gras, tan típico de esta zona. La ciudad esconde rincones realmente maravillosos y una rica historia de los que daremos buena cuenta en el post de Qué ver en un día en Albi.
A la vuelta, visitamos Cordes, pillaba a tan solo media hora de nuestro coqueto hotelito, y era otro de los pueblos que no nos queríamos perder. Este pueblo nos sorprendió mucho, habíamos visto algo por Instagram, pero es realmente bonito.
Eso sí, tomadlo con calma, la calle principal que te lleva hasta lo más alto del pueblo está realmente empinada. Pero es preciosa, y el final merece la pena, la Place de la Halle, una plaza central rodeada de edificios históricos y con un mercado cubierto que data del siglo XIV es el premio a tanto esfuerzo y uno de los puntos más destacados del pueblo, donde puedes descansar y tomar una taza de café o un helado admirando las vistas que desde aquí se tienen.
Las puertas son una maravilla, con siglos de historia pero que parece que por ellas no hayan pasado los años, te parecerá que has viajado al medievo. La Puerta de Rous es espectacular, una maravilla. Este pueblo es otra de las visitas que no te puedes perder si viajas a Occitania.
Día 4, Rocamadour y Carennac.
Hasta aquí si íbamos a tardar un poco más, tras casi hora y medía y 100 km de carretera llegamos a otra de las visitas que teníamos marcadas como importantes, Rocamadour.
Este es uno de esos lugares mágicos que parecen sacados de un cuento, un pintoresco pueblo medieval que se aferra a un acantilado de piedra ofreciendo unas vistas impresionantes del valle del río Alzou. La impresionante ubicación y la rica historia de Rocamadour lo han convertido en uno de los destinos turísticos más populares de Francia.
Pero su fama se debe en mayor medida a su santuario, que ha sido un importante lugar de peregrinación desde la Edad Media. Los peregrinos vienen de todas partes para visitar la Basílica de Saint-Sauveur y la Cripta de Saint-Amadour, ambas declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. La villa se encuentra a los pies del santuario, una bonita calle empedrada repleta de comercios, restaurantes y alguna galería desde donde se inicia el camino para subir al santuario y el castillo, lo cierto es que decidimos visitarlo entre semana porque creíamos que habría mucha gente, pero para nada estaba masificado.
Eso sí, llevar calzado cómodo, para llegar al Santuario de Rocamadour hay que subir la Gran Escalera, 216 peldaños que te llevan a las puertas del santuario y que a nosotros no se nos hicieron para nada largos ni pesados, realmente parece más de lo que es. Aún queda un largo camino para llegar a la cima, hasta el castillo situado en lo más alto del acantilado tendrás que subir por unos bonitos caminos rodeados de exuberante vegetación, y roca recubierta de musgo y hiedra. En él puedes ver las Estaciones del Vía Crucis, que añaden una dimensión espiritual al recorrido.
Vuelta a la rueda para llegar a otro pueblecito, nuestros viajes siempre guardan alguna sorpresa, un descubrimiento y este fue sin duda el bonito pueblo de Carennac. Estuvimos tentados a no ir, pilla algo más lejos del hotel, pero cuánto me alegro de que al final decidimos ir. La iglesia Saint-Pierre, una joya del románico construida en el siglo XI, el Priorato de Carennac y el castillo son algunos de los encantos de este pueblo.
Pero lo realmente bonito de este pintoresco y encantador pueblo medieval es su situación a orillas del río Dordoña, sus calles adoquinadas bordeadas de casas de piedra con tejados de pizarra, floridos jardines y fachadas cubiertas de enredadera, que te invitan a pasear sin prisa y perderte entre sus estrechas y bonitas calles, todo un descubrimiento y otra de las visitas imprescindibles, nos encantó este lugar.
Día 5, Conques y Belcastel.
Último día en la región, pero no será la última vez que la visitemos. Habíamos dejado otro de los platos fuertes para despedirnos de Occitania. El conocido pueblo de Conques, otro bonito pueblo, etapa del Camino de Santiago con un ambiente precioso que combina historia, arte y belleza natural en un entorno mágico. En este pueblo como en la mayoría de los que visitamos encontrarás un parking al inicio del pueblo.
Ya cuando te adentras en él Conques te recibe con un paisaje de calles adoquinadas y casas de entramado de madera con tejados de pizarra. El ambiente tranquilo con algunos peregrinos deambulando de aquí para allá y la belleza del entorno hacen que pasear por sus calles sea una experiencia encantadora.
El corazón de Conques es la majestuosa Abadía de Sainte-Foy, una obra maestra del arte románico construida entre los siglos XI y XII. La fachada de la abadía presenta un impresionante tímpano esculpido que representa el Juicio Final, una pieza de arte religioso que atrae la atención de todos los visitantes y es considerado uno de los mejores ejemplos de escultura románica en Francia.
El interior es igualmente impresionante, sus amplias naves y altos techos crean una sensación de grandeza y solemnidad. La cripta de la abadía y el Museo de los Tesoros de Conques, situado junto a la abadía, son otros de los lugares que se pueden visitar. Con una mañana tienes tiempo más que de sobra para conocer todo el pueblo y descubrir sus coquetos establecimientos e incluso comer alguno de los platos típicos como hicimos nosotros antes de partir para Belcastel.
Nos habían hablado mucho de Belcastel, otro bonito pueblo no muy lejos de Conques y que nos pillaba de camino al hotel, así que decidimos visitarlo. El pueblo es pequeñito y en unas pocas horas lo habrás visto todo. Lo más reseñable es el castillo que corona el pueblo y que se puede visitar. Nosotros lo visitamos, había una exposición de criaturas fantásticas, mitológicas, la visita merece la pena.
Pero lo que hace especial a este pueblo, como le ocurre a la mayoría que visitamos, es el conjunto que conforman las casitas, el castillo, el río con un bonito puente, etc. Todo hace de Belcastel un bonito pueblo que merece una visita. Además si lo visitas en autocaravana hay un pequeño camping junto al río con unas fantásticas vistas.
A la vuelta aprovechamos y visitamos un pequeño tramo del Canal du Midi que tenía muchas ganas de conocer y que es motivo más que de sobra para volver a visitar esta apasionante región, paramos en Castelnaudary donde visitamos Le Grand Bassin de Castelnaudary, las Écluses de Saint-Roch y paseamos plácidamente por un tramo del Canal, nos quedaron muchas cosas pendientes, Revel y Saint-Ferréol, además de alguna ruta en kayak por alguno de los ríos o la Gouffre de Padirac, Alba no se atrevió a visitar esta espectacular gruta.
Acabamos de llegar de vuelta a casa y ya estamos deseando que el girar de la rueda nos vuelva a dirigir de nuevo a esta fantástica región.